La arquitectura de las redes sociales

La arquitectura de las redes sociales

Artículo para publicación en el Periódico de la Construcción Marzo 2013

Robert Venturi enunciaba en 1977 el simbolismo olvidado de la forma arquitectónica. Si polarizásemos la arquitectura o el arte, cabría distinguir entre dos polos que se atraen y repelen al mismo tiempo que son la abstracción y lo figurativo, o en el caso de la arquitectura el simbolismo como lo entendía Venturi.

Desde hace algunos años parece que ni lo uno ni lo otro. Como el descubrimiento del Bosón de Higgs ha aparecido una nueva partícula hasta ahora desconocida en la historia de la arquitectura: la arquitectura del 3D y las redes sociales.

El lapicero como herramienta, la lectura y el aprendizaje de la arquitectura clásica como cimientos sobre los que asentar los edificios parecen ser anacronismos arquitectónicos. Hoy día los programas informáticos dictan las normas de proyectar, las redes sociales son los nuevos medios de divulgación y los buscadores son las fuentes de información. Hay una circunstancia, que aunque no sirve de excusa, es una explicación de por qué hemos llegado a esta situación: la adaptación a los medios tecnológicos actuales. Quizás por falta de tiempo para llegar a todas las áreas, hemos convertido unas herramientas con un enorme potencial en sistemas de trabajo pobres de forma y contenido.

Estos sistemas de trabajo actuales nos llevan a proyectar pensando en imágenes sugerentes, aunque vacías, proyectadas por fotografías asimiladas de algún tweet de arquitectura "moderna" o a realizar edificios con formas complejas que los programas informáticos permiten realizar por sistema, sin recapacitar si es necesario, si es la mejor idea, si es coherente o si podremos construirlo como lo planteamos.

Como en otras revoluciones tecnológicas hemos asistido al nacimiento de los trending topics, de los “me gusta”, de los blogs, etc. Pero está claro que la velocidad con la que se desarrollan y cambian no se ajusta con la realidad en el mundo de la construcción. Vivimos una época en la que desde el inicio de la construcción de un edificio hasta su finalización puede transformar un edificio de vanguardia en uno del pasado, perdiendo por tanto su valor comercial como elemento de innovación tecnológica.

Es en este punto de reflexión donde nos hallamos ahora mismo. Tras unos años de desmadre constructivo nos toca lidiar con la realidad actual. La crisis económica desde el punto de vista arquitectónico puede ser útil para descartar o poner en tela de juicio políticas de construcción que glorifiquen a los arquitectos estrella y que santifiquen a los formalismos arquitectónicos por el hecho de pertenecer a una corriente arquitectónica.

Como en otras ocasiones se empiezan a ver signos de miradas hacia el pasado. El poder evocador de los elementos clásicos puede que no sorprenda tanto como la enésima pirueta arquitectónica pero está claro que se asienta en las ciudades con mayor facilidad y aguanta mejor el paso de los años.

Debemos adaptarnos cuanto antes a este nuevo paradigma organizativo. Como dijo Mies Van Der Rohe: La arquitectura es la voluntad de la época traducida a espacio.